¿Cómo inicia uno el camino de la escritura en
medio de tanta locura?
¿Qué nos pasa como país que Mascherano parece ser
más héroe que San Martín o Belgrano?
¿Seguirán siendo Lío, Pipita, Micho y no se
cuántos más si el domingo perdemos por paliza? No, seguramente ninguna de las
cosas suceda.
Han pasado 24 años de la última final y 28 de la
obtención de la segunda copa mundial. Pareciera ayer…pero es mucho, demasiado
tiempo.
El maestro de ajedrez alemán Wolfang Pajeken me
predijo hace poco en Grecia:
-"Vamos a jugar con ustedes en instancias
decisivas".
-"¿Te parece? Lo veo muy inseguro a
Argentina" (tras la victoria sobre Bosnia y Herzegovina) le dije.
- "Sí, aunque yo veo mal a nuestra
selección, no me gusta nada el técnica Joachim Löw".
-" Ojalá que sí " alcancé a decirle y
pusieron en marcha los relojes del torneo.
Buen ojo este alemán, tenía razón. Será una
batalla total donde ellos tienen las mejores acciones pero... creo que en las
finales somos bravos, dejaremos todo.
Se me viene a la mente la final del 78, un día de
Junio de mucho frío, con nerviosismo, con el pingüino en la mesa de la casa de
mi abuela, el televisor Phillips blanco y negro y la emoción final, el desahogo
tras el tiro en el palo de Holanda en el minuto 89 más o menos. Al otro día,
lunes, el Úrsula repleto de banderas y todos cantando para repetir ese festejo
en el 79 cuando en Japón fuimos por primera vez campeones mundiales juveniles.
Vino el Mundial 1982 y con Maradona a la cabeza
no nos fue bien, para nada. Lo vivimos en la escuela como algo que no podía
ser, recordando lo de cuatro años antes. Teníamos un muy buen equipo pero…quedamos
por el camino.
Y en el 86, tenía tan mala imagen Bilardo y el
equipo (clasificado agónicamente por Passarela, Gareca y los mano a mano que
contra peruanos solitarios tapó el Pato Fillol) que el partido despedida antes
del mundial ¡lo hicieron en Colombia! Luego allí vimos al mejor jugador que en
la vida puede hallar en un mundial: Diego Armando Maradona. Allí las cábalas
empezaron y era ver los partidas en la casa de afuera, tomar un café por tiempo
y pobre, mi recordado Papá, escuchar los partidos por radio. Así fue que tras el
2-0 a Alemania se lo vino a mirar y se vino el 2-2 y con mi hermano lo
conminamos a volver al coche a escuchar a Muñoz para al rato verlo salir
llorando cuando Burruchaga (un grande poco reconocido) supo definir una
asistencia maestra del Diego a pocos minutos del final. Fue un momento que
ahora, cada uno de los que lo vivimos, seguramente podría describir en detalle.
Y así llegamos al 90, Italia, un lugar caro a
nuestros sentimientos, donde una vez más (como seremos ahora también) nos tocó
ser visitantes totales. Un mundial donde la lista de Bilardo tal vez haya sido
la peor junto con la de ahora de Sabella (varios remendados, muchos en el final
de sus carreras) pero... a la final llegamos aunque no pudimos con Alemania que
nos ganó también a pocos minutos del final con un penal que no nos pareció ser,
pero... para el resto del mundo lo fue. Se decía que el referí Codezal era
mexicano, hijo de uruguayos, que nos iba a ayudar y no se cuantas cosas más
¡Qué de pavadas qué hablamos durante todos los mundiales! Perdimos bien y. punto, pero el
sabor de haber sacado a Brasil (en el encuentro más injusto de la historia de
los mundiales) y a Italia fue suficiente como para festejar a lo loco.
El primer partido tras los parciales del CBC
contra Camerún fue un 0-1 lamentable pero luego levantamos, con Diego
remendado, con Caniggia solito, con un Troglio incansable y con Goyco atajando
penales y salvando las papas. Tras ello decidimos ir a la casa de Fefe (que
ahora anduvo por Brasil) a ver a Argentina y comer de todo, entre ellos las
delicias que cocinaba la madre. Siempre en el departamento de la calle
Melincué, haciendo cábalas y ¡hasta poniendo el retrato del padre el día que
Italia que no pudo estar con nosotros por motivos laborales!! Nunca fallaron,
hasta el penal de Bhreme en el minuto 84...
Fueron recuerdos imborrables, únicos, con Fefe,
Julián, Eze, Eduardo, Jorge Luis, Diego y yo. Nunca más he vivido un mundial
así, a lo loco, con una intensidad inigualable.
Luego vino 1994, Diego a full pero vino el tema
del doping y tantas cosas más que ahora lo de Suárez me hizo recordar.
El 98 con Passarella y lo vi en Uruguay el
partido con Holanda... felices ellos de nuestra eliminación (creo que son muy
pocos mis amigos charrúas que quieren un maracanazo argentino).
Lo del 2002 inexplicable, un gran conjunto de
nombres, un excelente técnico, un grupo muy jodido (al revés que ahora) y nos
quedamos en primera vuelta.
Bien lo del 2006, siempre un señor Pekerman, en
la victoria y en la derrota.
Lo del 2010 fue una ilusión que duró poco, Diego
es el más grande pero adentro del campo.
Ahora vamos con todo, con mucha fe, recordando
las otras tres finales (la cuarta quedo allá lejos en el tiempo, 1930 contra
Uruguay), a mi Viejo, a Fefe tirando el diario sobre el televisor, a los cafés
entre los tiempos, a la ansiedad por comer las galletitas marmoladas de su mamá
y tomar gaseosa antes y después de cada encuentro.
Pase lo que tenga que suceder ¡¡Vamos Argentina!!
Ya no importa que el equipo no me termine de convencer, que Messi sea un genio
pero no Maradona, que Sabella sea inteligente pero ponga casi siempre a Gago o
al Kun averiado.
Napoleón supo decirle a su ejército frente a las
pirámides egipcias que veinte siglos de historia los contemplaban, si Obdulio
Varela (quizás el último ícono futbolístico oriental) fue capaz de decirle a
sus compañeros que los de afuera son de palo y en la cancha somos once contra
once, creo que Sabella bien podría caberle la oportunidad de una arenga final: ¡28
años de sequía nos persiguen, dejémoslos atrás!
No nos apoya nadie (ojo, algo habremos hecho para
ello, acá no hay UNASUR ni ocho cuartos), somos solamente nosotros, pero bueno,
estrechemos filas y adelante, a dar batalla, a demostrar que cuando Argentina
no anda del todo bien hay algo adentro que también suma y se llama HUEVOS.
¿Alcanzará eso y unos destellos de Messi y sus
laderos contra la poderosa Alemania? La teoría dice que no, pero la práctica
recién dará su veredicto al final del partido. Dios quiera que debamos cambiar
la rima y ya no sea más “como en el 86”.
Alejo de Dovitiis © 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario