martes, 5 de abril de 2011

A cuatro años de una de las tantas barbaries argentinas

Un 5 de Abril de 2007 moría (aparentemente de un disparo policial) en una protesta docente en Neuquén el maestro Carlos Fuentealba.
En Argentina ese hecho enlutó a todos, recuerdo haber llegado a trabajar al Colegio Don Bosco y encontrar sus enormes puestas cerradas en señal de duelo.
Muchos otros sucesos a lo largo de los años han sucedido pero, con el debido y respetuoso recuerdo y el pedido de justicia _venga de donde venga el culpable_ la vida sigue y estas barbaridades lucen como lejanas, casi como si no hubieran ocurrido.
Yo pretendo recordar el hecho, sin intenciones políticas, mas procurando en cierta medida rendir homenaje a todos los docentes que no solamente luchan por su salario digno sino que además deben lidiar en muchísimos casos con alumnos que llevan a la escuela una gran cantidad de conflictos familiares y personales.
Para cumplir con mi cometido he de transcribir un poema del también poco reconocido, pese a su prolífica labor literaria, escritor y poeta santiagueño Jacinto Faustino Velázquez. Lamentablemente él hace poco dejó este mundo y ayer, buscando material sobre Fuentealba me vino a topar con la dolorosa noticia de su muerte.

Cuando las tizas se manchan

Cuando las tizas se manchan
con la sangre de un maestro,
se callan los pizarrones
y lucen su moño negro;
las aulas pierden bullicio
todo se vuelve silencio,
los patios de las escuelas
parecen un cementerio,
y en lugar de algarabía
sólo escuchamos el viento,
corriendo como un fantasma
con un quejido siniestro.

Cuando las tizas se manchan
Con la sangre de un maestro,
ya no sirven los pupitres
se marchitan los cuadernos,
y junto a Carlos Fuentealba
hay miles de niños muertos.

Jacinto Velázquez.

Alejo de Dovitiis © 2011.

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