domingo, 4 de julio de 2010

Las fabulosas experiencias con el profesor Laplaza II

En febrero de 1985 participé del campeonato argentino sub 16 en Comodoro Rivadavia. Allí Jorge fue el organizador y el torneo salió bien pero se notó que no le dieron el apoyo que tal acontecimiento merecía.
Fue una competencia muy disputada donde tras perder en la primera ronda me recuperé y llegué en la sexta fecha a bajar al puntero Graievsky quien -tal vez por ser en ese momento sub campeón mundial sub 14- contaba junto con Carlos Beer y el entrenador de ambos el MF Sergio Markeluk de el privilegio de estar morando en un sitio mejor. Jamás recuerdo haber tenido tantas adhesiones para que venza a Graievsky y aunque lo logré perdí más tarde con Fiorito quien, a su vez, perdió en la última fecha con Rosito él que fuera finalmente campeón. Laplaza siguió el torneo, analizaba con nosotros las partidas: era un participante más.
En el segundo lustro de la década del ochenta lo vi esporádicamente. Una vez en enero de 1987 nos encontramos en la ciudad de San Juan cuando yo compartía habitación en la semifinal del campeonato argentino sub 20 con el chubutense Dario Pucheta. Jorge pasó unos días y como era habitual en él no paramos de ver ajedrez. Habían pasado cuatro años desde que nos conocíamos y yo ahora jugaba con los de veinte años mano a mano (aunque recién tenía quince) y algo de eso creo que era un orgullo para Jorge ya que él sentía que me había hecho crecer como ajedrecista con aquella catástrofe de su magistral en Playa Unión allá ya lejos en 1983.
En la década del noventa nos vimos cada tanto cuando Jorge venía a traer a sus alumnos a algún abierto o venía a presenciar algún magistral. Desde ya que nos saludábamos y charlábamos de todo pero siempre sobresaliendo el ajedrez. Tenía mil planes en mente pero muy poco apoyo privado o estatal para llevarlos adelante. Yo ansiaba volver a Chubut pero durante la década del 90 entre mi carrera en la facultad y demás circunstancias no recuerdo haber viajado a la Patagonia.
Al comenzar el nuevo siglo las cosas cambiaron y en la primera década viaje infinidad de veces a la Patagonia pero, como no podía ser de otra forma, volví luego de veinte años exactos a la añorada Playa Unión. Esta vez con mi esposa Milena en lugar de mis padres y mi hermano y en compañía del GM y amigo Diego Valerga con su señora Paola. Jorge nos había contratado para hacer el Primer Campus Latinoamericano de Ajedrez y fue para nosotros un honor hacerlo bajo su dirección. Además fue un gran aprendizaje ya que él, lejos de dejarnos a cargo, participó activamente en cada una de las jornadas y en el armado de los contenidos. Hacer un curso de ajedrez con él fue en lo particular una experiencia única, inigualable desde lo humano y desde lo ajedrecístico.
Luego su salud comenzó lamentablemente a empeorar y ya cuando nos volvimos a encontrar en el abierto de Comodoro Rivadavia de 2005 su salud estaba muy deteriorada. De todas formas, fiel a su estilo, jugó el torneo que esa vez tuve la suerte de ganar y me felicitó antes de dar un emotivo discurso que, por primera vez, empezó a sonar a despedida.
Vino a Villa Martelli al inaugurarse el nuevo edificio y fue aclamado como un héroe ya que nadie olvida allí que él fue el primer profesor del Círculo de Ajedrez y formó a muchos grandes profesores de hoy.
En el 2007 nos vimos para el XXV torneo de Playa Unión. No me importó nada y me tomé el avión rumbo al Sur para participar, sea como sea, ya que la circunstancia y su delicada salud lo ameritaba. Fue un homenaje merecido y emocionante de principio a final.
Aquí estoy con Jorge y con uno de su mejores discípulos desde lo humano y ajedrecístico: Andrés Aguilar.

Fueron unos días imborrables y me vienen a la mente sus primera palabras al verme:
-"No me avisaste que venías" en tono de reto. Martha su esposa y profesor que trabajaba con él y amigo David Carreño lo sabían pero era de mi parte una sorpresa para con él. Como era habitual en él, tras su enojo, luego empezamos a hablar. La llegada de mucha gente que venía a saludarlo, a felicitarlo, lo emocionó pero la llegada de su primer gran alumno en la Patagonia - Osvaldo Lloyd- le hizo soltar las lágrimas. Yo me aparté unos metros y dejé que hablaran sólos, que revivieran o se dijeran las cosas que ellos sentían el uno por el otro. Fue un momento impactante.
Jorge con Osvaldo Lloyd

Quise ganar ese torneo por él, pero por esa cosas del ajedrez, quedé en segundo lugar tras el maestro Jorge Sabas. Todos hablamos en la ceremonia de cierre pero sus palabras, lágrimas, agradecimientos fueron sublimes. Fue tan emocionante que casi no puedo transcribir lo que él dijo pero sí recuerdo cabalmente una parte donde agradeció especialmente a un alumno de unos ocho años (que lo ayudaba a caminar) porque como dijo tomándolo de la mano:
-"Él me ayuda, me da su cariño sin pedirme nada a cambio, lo hace desde su corazón de niño"
Jorge con su querido alumno Francisco

Esas palabras son un buen resumen de esa persona de aspecto duro pero de corazón muy noble cual fue, es y será el querido Jorge Laplaza.
Me despedí de él una cálida tarde de febrero de 2007. Le dí un abrazo en su caso y le dije gracias por todo. Luego le hicimos un homenaje por la web jaque mate donde yo daba clase y él salió en vivo agradeciendo los elogios de gente de distintas partes del mundo.
Junto a él que ojeaba el Ajedrez Práctico que le obsequié y dediqué de parte mia, de Valerga y de Scarella en esa ocasión.

El 19 de mayo del mismo año se nos fue hacia la eternidad.
Ahora tengo la tarea dada generosamente por su esposa Martha de ordenar su obra quien bien merece un libro ya que hemos y seguiremos aprendiendo mucho de él.
No fue mi profesor, pero sí fue mentor de mi maestro Gustavo Del Castillo, por eso no dudo en llamarlo mi abuelo ajedrecístico. A él, a su familia, gracias por todo lo vivido.